La berza es una verdura de temporada imprescindible en los meses de otoño e invierno. Nos aporta vitamina C, que aumenta nuestras defensas frente a catarros e infecciones de vías respiratorias. Su olor se debe a unos compuestos de azufre que actúan como antioxidantes retrasando así nuestro proceso de envejecimiento. Estos compuestos azufrados son también los responsables de la formación de gases, por este motivo las personas con problemas de digestión cocerán la berza con comino o hinojo. Estos compuestos de azufre tienen propiedades balsámicas y expectorantes de manera que es una verdura indicada para esos días que estamos con catarro.
Es importante masticarla bien y mezclarla con la saliva para desdoblar la fibra que tiene y así mejorar su digestión. Esta fibra ayuda a regular el estreñimiento y los niveles de azúcar y colesterol. Además, la berza es una de las verduras más diuréticas por su alto contenido en potasio. Según un estudio, el consumo habitual de berza puede ser beneficioso para la salud, debido a sus compuestos antioxidantes. La forma en que se cocina la morcilla en esta receta es nutricionalmente la más adecuada, ya que durante la cocción pierde gran cantidad de grasa. Aun así, os recordamos que es de consumo ocasional.
Se recomienda no hacer más de tres raciones de alimentos fritos por semana para prevenir la obesidad, por lo que otra opción para esta receta sería hacer las obleas al horno.
En cualquier caso, el aceite de oliva es el más apropiado porque es el que mejor mantiene sus propiedades. Según estudios realizados en la Universidad Autónoma de Barcelona, el aceite de oliva puede ayudar a prevenir el cáncer y hacer que éste avance más lentamente. No obstante, los investigadores insisten en controlar la cantidad recomendada de cuatro cucharadas al día. También nos recuerdan que es el aceite vírgen extra el único que mantiene todos sus componentes protectores de nuestra salud.