La alcachofa tan solo contiene de 40 a 50 calorías, razón por la que se emplea a menudo en dietas de adelgazamiento. Además nos proporciona vitaminas A, B6, calcio, fósforo, magnesio, potasio, sodio, hierro, hidratos de carbono, así como proteínas y glúcidos que se transforman en azúcar, o lo que es lo mismo, en energía.
Entre las propiedades más destacables de la alcachofa está la protección que ofrece al hígado, así como la recuperación en caso de enfermedades hepáticas, como la cirrosis o la hepatitis. También favorece la función biliar, y sus ácidos reducen el nivel de colesterol en la sangre. Igualmente disminuye la presión arterial y previene la aparición de la arterosclerosis.
La alcachofa reduce el nivel de azúcar en la sangre, propiedad que la convierte en un alimento que ayuda a combatir la diabetes. La alcachofa posee cualidades diuréticas, ayudando a la eliminación de líquidos del cuerpo, razón por la que resulta interesante en los casos de obesidad y para cualquier tipo de afección donde convenga la eliminación de agua y, por consiguiente, de toxinas, en especial en lo que se refiere al ácido úrico. La alcachofa, pues, está indicada en dolencias como la gota, la artritis o enfermedades hepáticas y circulatorias.
Algunos estudios efectuados recientemente parecen indicar la influencia que tienen los ácidos caféicos, pantotéicos y los flavonoides de la alcachofa para prevenir y mejorar en algunos tipos de procesos cancerosos.